Bueno,
Ésta es la última disciplina que voy a incluir. Aunque procedo de una familia de artistas (por parte de madre, porque mi abuelo fue muy aficionado al dibujo y la pintura y otros antepasados hasta conocidos artistas), no creo que exista una habilidad innata para nada que haya que aprender conscientemente en la vida. Cierto es que siempre se me dio bien el dibujo, y en cuanto empecé a pintar un poco en seguida le cogí el tranquillo. Me recuerdo en una academia, siendo pequeñajo, cerca del cole, en la que practicaba la pintura al óleo, aunque con escaso interés. Pasado el tiempo también recuerdo al profesor hablando con mi hermano y poniéndome verde, porque mi capacidad de atención en una actividad dirigida y con el criterio unánime del docente me resultaba tediosa y harto aburrida.
Con el tiempo, y sin parar de dibujar por mi cuenta, sobre todo aquello que me gustaba tanto que necesitaba plasmarlo de mi puño, pero no mi letra en este caso: Mortadelo, Bart Simpson, pequeños paisajes, etc., descubrí gracias a un amigo un nuevo mundo al que aficionarme, el de las miniaturas. Gracias a una marca inglesa conocida mundialmente, me sumergí en el pintado de figurillas de plomo, con tal obsesión que llegué a alcanzar gran destreza en este ámbito de manera autodidacta, a base de pintar y pintar hasta que me saliera y leyendo muchos artículos de la revista consagrada a la empresa británica. Tendría unos catorce años, y esta ocupación sigue acompañándome hoy en día, aunque de manera esporádica.
Esto se debe a que, desde hace un lustro más o menos, aunque de manera importante y dedicada sólo desde año y medio, consagro buena parte de mi tiempo a la pintura al óleo sobre lienzo, con la que disfruto, acompañado de buena música, pincel en mano y fuerte olor a aguarrás a mi alrededor (esto va a cambiar gracias al "White Spirit") en mi casa y por otro lado en una academia. Creo absolutamente indispensable la formación constante en todo aquello que uno haga, pues jamás se deja de aprender, siendo un poco humildes. Aquí sobre todo gozo de la compañía de otros aficionados a este bello arte de la plasmación e interpretación artística de toda clase de motivos e imágenes. Pero, como siempre, para mí nunca es suficiente, y para este año ya he empezado a hacer contactos para aprender y disfrutar de más tipos de artes gráficas: litografía, grabado, serigrafía y acuarela. Mi condición de aprendiz perpetuo me lleva a necesitar estar conociendo disciplinas nuevas constantemente.
Y de momento así lo dejo hasta el año que viene, deseando a todo el mundo unas muy felices salida y entrada de año y que el próximo sea próspero y aprovechable.
Literatura, música, pintura. De esto va a tratar el blog que preparo y que mantendré al día con reseñas de autores y sus obras y las mías propias.
miércoles, 29 de diciembre de 2010
sábado, 25 de diciembre de 2010
¡¡LITERATURA!!
¡A las buenas tardes!,
¿Qué puedo decir de la litertura? Realmente ésta no empezó a interesarme hasta pasada la adolescencia. De todas formas recuerdo que cuando era bastante pequeño, no sé si tendría seis o siete años, estaba en casa de mis abuelos, en el salón, que es donde más tiempo estaban y en donde recibían a todas las visitas. Hablando con mi abuela me preguntó que a qué me gustaba jugar, con qué me entretenía, vamos. No estoy seguro de si dije tal frase yo o me ayudó a terminarla mi yaya (jamás la hemos llamado así, pero un sinónimo aquí me venía de perlas), la cuestión es que lo que dije, con o sin auxilio familiar, debió de gustarle mucho a una persona que no andaba nada lejos del lugar de los hechos, o más bien de las palabras. Desde luego para un niño de tan corta edad y bastante despistado y holgazán, decir semejante sentencia sonaba, o suena en mis recuerdos presentes, más bien a chiste, o como un eco de insolente mentira para hacerme el importante a tan temprana edad de un solo número. El tema es que aquella persona que la escuchó estaba con mi abuelo en el cuarto adyacente a la sala de estar y recepción de visitas, usada como despacho para asuntos legales, tales se trataban por el abogado del que era nieto. Resultado, que pocos días después, en una revistilla, más bien fanzine de barrio, usando la jerga del sector periodístico, salía mi foto y un artículo titulado con semejante mentira hecha titular para dos o tres columnas: "Me gusta jugar a leer".
¿Qué puedo decir de la litertura? Realmente ésta no empezó a interesarme hasta pasada la adolescencia. De todas formas recuerdo que cuando era bastante pequeño, no sé si tendría seis o siete años, estaba en casa de mis abuelos, en el salón, que es donde más tiempo estaban y en donde recibían a todas las visitas. Hablando con mi abuela me preguntó que a qué me gustaba jugar, con qué me entretenía, vamos. No estoy seguro de si dije tal frase yo o me ayudó a terminarla mi yaya (jamás la hemos llamado así, pero un sinónimo aquí me venía de perlas), la cuestión es que lo que dije, con o sin auxilio familiar, debió de gustarle mucho a una persona que no andaba nada lejos del lugar de los hechos, o más bien de las palabras. Desde luego para un niño de tan corta edad y bastante despistado y holgazán, decir semejante sentencia sonaba, o suena en mis recuerdos presentes, más bien a chiste, o como un eco de insolente mentira para hacerme el importante a tan temprana edad de un solo número. El tema es que aquella persona que la escuchó estaba con mi abuelo en el cuarto adyacente a la sala de estar y recepción de visitas, usada como despacho para asuntos legales, tales se trataban por el abogado del que era nieto. Resultado, que pocos días después, en una revistilla, más bien fanzine de barrio, usando la jerga del sector periodístico, salía mi foto y un artículo titulado con semejante mentira hecha titular para dos o tres columnas: "Me gusta jugar a leer".
miércoles, 22 de diciembre de 2010
¡¡MÚSICA!!
Hola de nuevo,
Podría decirse que éste es el gran descubrimiento de mi vida. Es de esas cosas para las que no te crees dotado, más que nada porque nunca las has probado. Lo más cerca que había estado de este mundo me venía de familia. Mi padre siempre ha sido aficionado a la música, desde niño. Vivió, con dificultad, debido a la censura de nuestro país por aquel entonces, toda la revolución del Rock y la música Pop. The Beatles, Rolling Stones, Bob Dylan, Cream, Led Zeppelin, y tantos otros artistas angloparlantes surgidos de la década de los sesenta, hijos del Rock & Roll de los cincuenta. Aunque mi acercamiento al mundo de la música no era el de aficionado o melómano, sino el de una necesidad de comprender la disciplina, no de escuchar grupos clásicos de mediados del siglo XX. Si bien mi padre siempre había tenido una guitarra en casa, ya fuera clásica o eléctrica, este instrumento nunca había llamado mi atención. De primeras y al ser zurdo, el hecho de tener que hacer unos cambios en las cuerdas que yo siquiera sabía hacer y que tampoco mi padre se molestó en intentar, fueron el primer impedimento, pero el que se escondía y que era realmente el que me impediría tocar sería el desinterés.
Así, sentado con mis hermanos en el asiento trasero de un coche y de camino al lugar de vacaciones o la escapada del fin de semana, crecía escuchando el ritmo y pura melodía de Paul McCartney y John Lennon, imaginando los carnosos y femeninos labios de Mick Jagger o con algunos grandes éxitos de Simon & Garfunkel. Lo que no tenía más remedio que escuchar, debido a mi condición de niño transportado y bajo el mandato paterno, he de reconocer que me encantaba, y es gran parte de la cultura musical que atesoro hasta el día de hoy, aunque hace muy poco resultase excluyente. Sí, cierta cerrazón mental, en parte imbuida por mi padre, no me dejaba ir más allá de lo poco que escuchaba, y que creía lo único bueno. Durante un tiempo en que yo elegía qué escuchar fue todo esto lo que configuraba mi repertorio (habiendo eliminado la piltrafa que me sobraba de la niñez, tipo Carrusel Deportivo, por ejemplo).
Pronto se me empezaba a quedar corto lo que tenía a mi disposición, tan intransigentemente acotado a una minucia musical. Hasta que un buen día me dije: "Si disfruto leyendo a infinidad de autores, estudiando a decenas de aritstas, cuyo trabajo resulta bello, pero sobre todo personal y único, por mucho que se los encasille, ¿por qué no voy a extender mi horizonte auditivo todo lo que me plazca y más?". Dicho y hecho, o al menos empezado...
Podría decirse que éste es el gran descubrimiento de mi vida. Es de esas cosas para las que no te crees dotado, más que nada porque nunca las has probado. Lo más cerca que había estado de este mundo me venía de familia. Mi padre siempre ha sido aficionado a la música, desde niño. Vivió, con dificultad, debido a la censura de nuestro país por aquel entonces, toda la revolución del Rock y la música Pop. The Beatles, Rolling Stones, Bob Dylan, Cream, Led Zeppelin, y tantos otros artistas angloparlantes surgidos de la década de los sesenta, hijos del Rock & Roll de los cincuenta. Aunque mi acercamiento al mundo de la música no era el de aficionado o melómano, sino el de una necesidad de comprender la disciplina, no de escuchar grupos clásicos de mediados del siglo XX. Si bien mi padre siempre había tenido una guitarra en casa, ya fuera clásica o eléctrica, este instrumento nunca había llamado mi atención. De primeras y al ser zurdo, el hecho de tener que hacer unos cambios en las cuerdas que yo siquiera sabía hacer y que tampoco mi padre se molestó en intentar, fueron el primer impedimento, pero el que se escondía y que era realmente el que me impediría tocar sería el desinterés.
Así, sentado con mis hermanos en el asiento trasero de un coche y de camino al lugar de vacaciones o la escapada del fin de semana, crecía escuchando el ritmo y pura melodía de Paul McCartney y John Lennon, imaginando los carnosos y femeninos labios de Mick Jagger o con algunos grandes éxitos de Simon & Garfunkel. Lo que no tenía más remedio que escuchar, debido a mi condición de niño transportado y bajo el mandato paterno, he de reconocer que me encantaba, y es gran parte de la cultura musical que atesoro hasta el día de hoy, aunque hace muy poco resultase excluyente. Sí, cierta cerrazón mental, en parte imbuida por mi padre, no me dejaba ir más allá de lo poco que escuchaba, y que creía lo único bueno. Durante un tiempo en que yo elegía qué escuchar fue todo esto lo que configuraba mi repertorio (habiendo eliminado la piltrafa que me sobraba de la niñez, tipo Carrusel Deportivo, por ejemplo).
Pronto se me empezaba a quedar corto lo que tenía a mi disposición, tan intransigentemente acotado a una minucia musical. Hasta que un buen día me dije: "Si disfruto leyendo a infinidad de autores, estudiando a decenas de aritstas, cuyo trabajo resulta bello, pero sobre todo personal y único, por mucho que se los encasille, ¿por qué no voy a extender mi horizonte auditivo todo lo que me plazca y más?". Dicho y hecho, o al menos empezado...
sábado, 18 de diciembre de 2010
PRÓLOGO
Hola y bienvenido, amigo lector,
He creado este blog por consejo de un colega. Tengo una cuenta en una red social muy conocida, de la que se ha hecho una película (jeje, sí, esa). Por lo que se ve me pega más, o eso es lo que me ha sugerido esa persona, escribir y explayarme en este tipo de "páginas web". Lo cierto es que donde publico normalmente la posibilidad para extenderse es más reducida, debido a que está más pensado para tener contactos y dejar paqueñas huellas en forma de sentencias cortas, chistecillos o vídeos, así como hacerse con una extensa red de "amigos", término con que se ha dado en llamar a todos aquellos que pasan a formar parte de tu lista privada.
Bueno, el tema es que, de un más bien escaso lapsus de tiempo a esta parte, me decidí por hacer realidad mis sueños (¡he necesitado 29 años para darme cuenta!). Digamos que le doy muchas vueltas a las cosas antes de decidirme a hacerlas, pero una vez lo hago tomo tal determinación que llega a ser hasta obsesiva. Esto no quiere decir, regresando al tema de mi tardanza decisoria, que los 28 años anteriores hubieran pasado en balde. Todo lo acumulado desde el comienzo estaba ahí para que yo lo cogiera y lo transformara de una vez por todas, ¡y de qué manera! Ahora puedo decir que me enorgullezco de mi actitud actual ante la vida, pues creo haberla tomado por el camino correcto.
No puedo ocultar que hay cosas que se me han resistido y que siguen haciéndolo, y ya con 30 años a mis espaldas. Tengo temas pendientes muy importantes por los cuales he sufrido mucho, pero que siempre ha sido un divagar interno que me ha sobrado y que sigue haciéndolo, y que es precisamente eso, el pensar demasiado, el no dejarse llevar de verdad por los sentimientos. Yo sé dar lo que sé dar, pero reconozco que hay parte de la que no tengo ni idea, aunque no me flagelo por ello, porque me han dicho montones de veces que hay cosas que son realmente buenas cuando llegan sin haberlas buscado. Eso es lo que hago, esperar que eso llegue algún día, y que cuando lo haga sea de verdad y para siempre.
Un saludo.
He creado este blog por consejo de un colega. Tengo una cuenta en una red social muy conocida, de la que se ha hecho una película (jeje, sí, esa). Por lo que se ve me pega más, o eso es lo que me ha sugerido esa persona, escribir y explayarme en este tipo de "páginas web". Lo cierto es que donde publico normalmente la posibilidad para extenderse es más reducida, debido a que está más pensado para tener contactos y dejar paqueñas huellas en forma de sentencias cortas, chistecillos o vídeos, así como hacerse con una extensa red de "amigos", término con que se ha dado en llamar a todos aquellos que pasan a formar parte de tu lista privada.
Bueno, el tema es que, de un más bien escaso lapsus de tiempo a esta parte, me decidí por hacer realidad mis sueños (¡he necesitado 29 años para darme cuenta!). Digamos que le doy muchas vueltas a las cosas antes de decidirme a hacerlas, pero una vez lo hago tomo tal determinación que llega a ser hasta obsesiva. Esto no quiere decir, regresando al tema de mi tardanza decisoria, que los 28 años anteriores hubieran pasado en balde. Todo lo acumulado desde el comienzo estaba ahí para que yo lo cogiera y lo transformara de una vez por todas, ¡y de qué manera! Ahora puedo decir que me enorgullezco de mi actitud actual ante la vida, pues creo haberla tomado por el camino correcto.
No puedo ocultar que hay cosas que se me han resistido y que siguen haciéndolo, y ya con 30 años a mis espaldas. Tengo temas pendientes muy importantes por los cuales he sufrido mucho, pero que siempre ha sido un divagar interno que me ha sobrado y que sigue haciéndolo, y que es precisamente eso, el pensar demasiado, el no dejarse llevar de verdad por los sentimientos. Yo sé dar lo que sé dar, pero reconozco que hay parte de la que no tengo ni idea, aunque no me flagelo por ello, porque me han dicho montones de veces que hay cosas que son realmente buenas cuando llegan sin haberlas buscado. Eso es lo que hago, esperar que eso llegue algún día, y que cuando lo haga sea de verdad y para siempre.
Un saludo.
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